Los que nunca han invertido en inmuebles creen que comprar un piso y ponerlo en alquiler es una buena forma de generar ingresos pasivos.
De hacer que el dinero trabaje para ellos sin esfuerzo.
Luego compran un piso y la cosa cambia.
Ingresos recurrentes, sí.
Ingresos pasivos… ni de coña.
La gestión de un piso alquilado requiere tiempo y energía.
Mucho tiempo y mucha energía.
Hay inquilinos que se piensan que viven en un hotel y llaman al propietario hasta para cambiar una bombilla.
Algunos propietarios se sienten esclavizados por ellos.
Y llega un punto en que, ante una incidencia real, deciden hacer oídos sordos pensando que la cosa se tranquilizará, se arreglará por sí misma y se acabará olvidando.
Para nada.
Puede que durante un tiempo la cosa se calme.
Pero el problema sigue ahí y con el paso del tiempo acaba volviendo.
Cuando vuelve, lo hace con más fuerza.
Y entonces la solución es más compleja… y más cara.
No tiene sentido.
No tiene sentido hacer una inversión importante para luego tener desatendida y descontenta a la gente que te tiene que pagar.
Es absurdo, lo peor que puedes hacer.
Y esto es algo que los buenos inversores tienen muy claro.
Los mejores inversores saben que hay que tener contentas a las personas que habitan sus inmuebles y pagan la renta cada mes.
Pero sobre todo, lo que tienen claro es que no les merece la pena desgastarse en tareas agotadoras que roban tiempo y energía sin aportar valor.
Estas personas se centran en lo importante, en tareas de alto valor, mientras dejan que las incidencias y marrones los resuelvan otros.
Por eso nunca verás a una persona exitosa dando paseos para ver por qué hay una mancha negra alrededor de las ventanas de alguna de las casas que tiene alquiladas.
O comprobando por qué las sartenes de sus inquilinos, que dicen que han funcionado toda la vida, no funcionan con la nueva placa de inducción (caso verídico).
Ni tratando de saber si la lavadora centrifuga bien o mal.
De hecho, probablemente tampoco sepan a qué botón se le da para que la lavadora centrifugue.
Nada.
Este tipo de personas tienen claro que por una cantidad simbólica merece la pena que de estas tareas de poco valor se encargue un especialista.
Mira.
A mi no me apasiona resolver incidencias.
Mentiría si te dijese lo contrario.
Pero por eso mismo, cuando surge alguna, me encargo de resolverla rápido, tranquilizar al inquilino y evitar que me esté llamando cada diez minutos.
Con cada incidencia sé lo que tengo que hacer y, sobre todo, a quien tengo que llamar.
Me rodeo de grandes profesionales.
De gente de confianza que responde al momento.
Y no me pongo colorado si tengo que decirle a un inquilino que una avería ha sido provocada por su mal uso y le toca hacerse responsable de la reparación.
Para nada.
Lo que tengo claro es que gestionando bien las cosas los inquilinos estarán a gusto.
Y los propietarios más.
La puerta a tu felicidad, en el formulario de abajo.
PD. Los buenos inversores tampoco dedican su tiempo a buscar piso, reformarlo y ponerlo en alquiler o venderlo.
En el enlace de arriba te explico cómo lo hago.